Donde duele también inspira
¿Sabías que el dolor puede ser la puerta hacia tu crecimiento?
Probablemente esto te suene “loco”, pero así es, siempre puedes decidir cómo interpretar tus vivencias y hoy te invito a contemplar las situaciones dolorosas como oportunidades para tu crecimiento.
El dolor es la señal de alarma del sistema nervioso que nos avisa de que “algo no anda bien” en nuestro SER. Nos permite sobrevivir y, si lo atendemos, también evolucionar.
El dolor emocional es tan importante como el dolor físico. De hecho, investigaciones en el campo de las neurociencias han demostrado cómo el dolor emocional es procesado en el cerebro por la misma área que procesa el dolor físico, la corteza cingular anterior, que se encuentra en la corteza prefrontal, la zona encargada de nuestras funciones más evolucionadas y humanas.
El dolor emocional puede producirse ante situaciones reales o imaginadas, pero lo que está claro es que lo que sentimos es real y es importante atenderlo.
A menudo cuando experimentamos dolor creemos que va a durar para siempre y puede que aparezcan reacciones de angustia, resistencia y/o resignación ante el mismo. De forma natural solemos rechazarlo como mecanismo de defensa para protegernos. Además, desde la infancia se nos enseña a seguir adelante disimulándolo y enterrándolo para que los demás no lo perciban por un miedo a ser considerados “débiles”.
Obviamente, no es agradable sentir dolor, sin embargo es parte de la vida y es importante aprender a lidiar con él, ya que a la larga, si no lo atendemos finalmente se convierter en un sufrimiento paralizante que nos puede crear diversas patologías y desequilibrios a nivel psicológico, físico y energético.
Hoy quiero compartirte algunas claves que pueden ayudarte a comprender y gestionar el dolor usándolo como motor para avanzar en tu camino.
Date espacios para mirarlo de frente y reconocerlo
A pesar de que no es agradable, cuando nos permitimos atender el dolor y lo observamos con amor (sin juzgarlo) estamos trabajando en nuestro bienestar, dejando de lado las quejas, aceptándolo y tomando acciones que ayuden a hacernos cargo del daño. Cuando dejamos de luchar contra lo que ES, la transformación puede ocurrir.
Permítete parar unos instantes para tomar conciencia de que está ocurriendo en tu interior y en tu mundo exterior. Solo tomando conciencia de ellos podrás cambiarlo. Pregúntate:
¿Qué es lo que te duele?
¿Cómo son tus pensamientos, emociones y acciones al respecto?
¿Cómo estás atendiendo tus emociones?
¿Qué soluciones se te ocurren?
2. Permítete sentirlo y expresarlo
Localizar el dolor o las emociones bloqueadas en tu cuerpo te ayudará a tomar conciencia de las mismas y a liberarlas.
¿Cómo lo sientes? ¿Qué sensaciones aparecen en tu cuerpo? ¿Dónde las sientes? ¿Qué emociones te generan?
Cuando las identifiques puedes buscar una acción creativa que te ayude a sacar el dolor de tu interior hacia el exterior. Por ejemplo: escribe, dibuja, expresa con tu cuerpo, canta, baila, comunícate con alguna persona de confianza…
También puedes practicar la respiración consciente y la meditación para favorecer tu regulación emocional.
3. Rescata los aprendizajes
Al igual que el dolor físico, el dolor emocional es adaptativo y nos invita a atender lo que está ocurriendo en nuestra vida y en nuestro interior para comprenderlo y procesarlo adecuadamente para así seguir viviendo.
¿Qué aprendizajes puedes rescatar?
¿Qué cambios te está invitando a hacer?
¿Cómo puedes acompañarte en este instante para sentirte mejor?
¿De qué te das cuenta cuando observas la situación desde el amor en vez de desde el drama?
Ejercicio:
Te comparto la practica de la recapitulación del dolor o asunto doloroso a través de la inhalación y la exhalación.
Consiste en sumir los acontecimientos dolorosos, las emociones, imágenes o recuerdos negativos despojándolos de su carga emocional. Para ello, utilizarás tu respiración para eliminar y expulsar la carga energética negativa del acontecimiento.
Inhala para recobrar la energía que necesitas, para traer de vuelta a ti la paz, la fortaleza, la calma, el amor… o aquello que estés necesitando en este momento. Pon la intención y siente como te llenas de eso que necesitas.
Exhala para soltar el dolor y todo lo negativo de los que decides desprenderte. Exhala empujando al exterior todo eso que ya no necesitas, pon la intención de soltarlo y transformarlo.
4. Compártelo con tus personas de confianza
Cuando el dolor es expresado y compartido automáticamente pesa menos y la sensación es de alivio y ligereza. Obviamente, para esto no vale cualquiera, busca tus “personas hogar” , esas que pueden escucharte y reconfortarte solo con su presencia.
Si sientes que en tu entorno actual no puedes hacerlo, recuerda que en el mundo existen muchas personas que pueden estar para ti y comprenderte, sal a conocerlas. Explora nuevos espacios donde encontrarte con gente nueva y diferente que pueda entender tus necesidades actuales.
5. Practica la triple D (deporte, distracción y disfrute)
Ejercitar y mover tu cuerpo a diario te ayudará a liberar toxinas y generar endorfinas, serotonina y dopamina para reducir la percepción del dolor y mejorar tu estado de ánimo.
Por otro lado, buscar distracciones y actividades estimulantes en las que enfocar tu mente y tu energía te ayudará a aumentar tu motivación y seguir adelante.
Trata de regalarte a diario tiempo para conectar con la risa, el disfrute y el gozo. No se trata de un premio, es tu derecho ;)
6. Busca apoyo profesional
El dolor es parte de la visa y a menudo es pasajero. No obstante, cuando no lo atendemos y se prolonga en el tiempo se puede cronificar, por eso es es importante buscar apoyo y acompañamiento profesional cuando:
Sientes que no avanzas
Tus emociones te desbordan
Tu cuerpo somatiza
No puedes o no quieres hacerlo en solitario
Pedir ayuda cuando lo necesitamos es un acto de amor propio y responsabilidad personal que puede traerte grandes regalos y mucho crecimiento cuando verdaderamente te comprometes contigo y decides tomar las riendas de tu vida.
Recuerda, en tu vulnerabilidad está tu fuerza
El dolor en su interior tiene un gran regalo para ti, a menudo es la puerta de regreso a casa.
Te invita a despertar a la maestra, el maestro que hay en tu interior. El dolor te conecta con tu propia medicina.
Es la llamada del alma para ser atendida, una oportunidad para conocerte, aprender de lo vivido, desarrollar capacidades, liberar lo que ya no sirve en tu vida y resurgir como el Ave Fénix creando nuevas formas de vivir.
El dolor no se evita, se atraviesa y se conquista.
¿Vamos por ello?